La otra mitad de la naranja.
“Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne.”
Génesis 2:23
Imagino a Adán en el jardín del Edén nombrando cada unos de los animales del huerto. Haciendo uso de su imaginación para asignarles nombres. Dios les traía hacia él de par en par. Y su similitud aseguraba que eran de la misma especie, destinados a estar juntos. Pues una jirafa no puede procrear con un oso.
El SEÑOR despertó en él un sentido de pertenecía con alguien que aún no conocía. Le imagino entristecido pensando en el futuro solitario que le esperaba. Pensando de qué provecho le sería toda la creación si no tiene a alguien con quien compartirla y disfrutarla. Entonces, el SEÑOR lo hizo. Le bendijo con lo que tanto anhelaba su corazón. Formando de él a su preciado tesoro, su mujer, su ayuda idónea, su herencia. Cuando le vio no hubo duda dentro de él que ella y solamente ella había sido creada para él.
Cuando conocí a mi amada Arlene comprendí finalmente este versículo dónde se lee, hueso de mis huesos. Le escuchaba hablar y algo en mí le reconocía. Ella era diferente, compartíamos la misma pasión, a Cristo. Le contaba de mis sueños y ella sabía exactamente a dónde nos dirigíamos. Hablábamos el mismo lenguaje. Aún antes de entablar una relación con ella me gozaba en su gozo y me dolía en su dolor. Ella tenía lo que a mí me faltaba, la otra mitad de la naranja. Al igual que Adán encontré a mi ayuda idónea. Y cuando le encontré aquella espera y proceso de santificación para tenerle en mis brazos fue insignificante.
Si aún no encuentras a la otra mitad de tu naranja, no desesperes, pues sí el SEÑOR ha depositado en ti ese anhelo de estar con tu pareja, Él también te bendecirá con aquella persona que es hueso de tus huesos. Y cuando le conozcas esa espera y proceso de preparación será algo insignificante. Recuerda, Dios es fiel. Él te dará lo que tanto anhelas. Solo espera y prepara tu corazón para tu otra mitad.
Gózate porque hoy sabes que existe la otra mitad de tu naranja.
By: Luis
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